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Poesías
Carlos José Blandón Ruiz

Retrospección
Me miro al espejo
y vienen a mí brisas
de mi infancia,
recuerdos pretéritos
que afloran del inconsciente.
Me miro al espejo
y como Pandora en su caja
me siento abstraído,
marcado por la estela
de tiempos idos
que aún perduran.
En la nave del ensueño bogué,
me encontraba jugando en el polvo,
un sollozo entrecortado
me decía que nada marchaba bien.
Me acerqué, pregunté:
«¿Te ocurre algo?»,
mas no debí cuestionar,
él era un niño
y quizá no comprendía lo que sucedía.
Él manipulaba su juguete
por los caminos que
sus manos cándidas habían trazado,
me aproximé y vi lágrimas
bañando sus mejillas.
Una vez más,
me acerqué y lo vi de cerca todo;
le dije: «Pequeño, no llores, todo estará bien,
sigue abriendo caminos,
porque cuando crezcas andarás por ellos».
En la nave del ensueño bogué,
me encontraba siendo niño:
indefenso, vulnerable
como inseguro y solitario.
¡Adiós! —le dije—,
es tiempo ya de que me vaya,
el presente me llama.
Señor, me interrogó,
¿quién es usted?,
¿de dónde vino?
Mañana lo sabrás—
me despedí.
En la nave del ensueño retorné,
me encontraba siendo hombre,
miré al espejo y del otro lado,
reflejada la triste sombra
de lo que un día fui.
Tú
¡Qué hermoso está el cielo!
A plenitud como el mar azul,
radiante como sol de mediodía,
tirado cual cortina de lapislázuli.
¡Qué hermoso está el cielo!
Inmenso,
imponente
e inalcanzable:
¡Como tú!