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poemas*

Cecilia Collazo

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Cae la helada 

sobre el techo de chapa

y moja nuestra cama

la que mi madre 

cubre con su saco,

 

el mismo

le servirá de abrigo 

para enfrentar el nuevo día

………………………………………………………………………………………………..

 

El cuerpo

lleva la marca 

de la historia, 

la suya propia

la de los ancestros,

 

después de esa marca 

el cuerpo no es el mismo,

 

como una casa 

cuando sus paredes ceden

y se quiebra,

 

si el cuerpo 

asocia la marca con la historia, 

crece

 

sino, 

perece enfermo para siempre. 

 

El cuerpo elige. 

…………………………………………………………………………………………..


 

Para asentar el polvo, 

mojábamos con agua 

el piso de tierra,  

 

el día 

que conocimos el mosaico,  

nuestros ojos 

miraron siempre al piso. 

……………………………………………………………………………………………..

 

Volar en avión

a diez mil kilómetros de altura

 

y caer en picada al descubrir

la violencia del padre. 

 

………………………………………………………………………………………………

 

Para poder sobrevivir

 

callamos el adentro.

……………………………………………………………………………………………

 

Esquirlas 

                de guerra

 

lleva lo que escribo. 

…………………………………………………………………………………………….

 

Cómo hablar 

del cuerpo en la palabra

si la palabra 

no recubre todo el cuerpo, 

 

me lo pregunto 

                             cuando escribo.

 

………………………………………………………………………………………………..
 

Decís Clarice,

“escribir extrae sangre”,

 

si es así, 

nunca más volveré hacerlo. 

……………………………………………………………………………………………….

 

La madriguera

Por esa noticia

que hoy leí en el diario

 

recordé a mi padre aquella madrugada

donde trabó puertas, encintó ventanas

abrió las hornallas muy a puro a gas

 

mi madre, 

haciéndose la tonta logró levantarse

y en el pagarlas abrió las ventas

y nos echó a volar.

 

Dicen 

que a los locos 

siempre 

hay que darles la razón.

………………………………………………………………………………………….

 

¿Es mi casa un cuerpo?

¿Es el cuerpo el poema?

 

¿Es la poesía 

la casa, que habito? 

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El hermano
 

Con doce años 

nos mantiene en esta casa,

trabaja

de dos de la mañana, 

hasta que el pan que cuece 

se vende en la vidriera, 

 

deja el colegio,

crece de golpe, 

pierde la infancia como si tal cosa, 

 

es el padre el que debe mantenerla, 

y es el hijo el que paga por sus deudas.

 

……………………………………………………………………………………………….

 

Sentirse

un bicho cuando las notas 

no alcanzan y me llaman

del gabinete de la escuela, 

que un niño con hambre

no puede aprender? 

…………………………………………………………………..

Soy 

esa loba

que corre

tras mendrugos,

 

la que calla 

como el almendro 

que nada dice,

 

esa que escucha 

como la ciega 

que nada ve. 

 

Soy 

la que escribe 

 

eso que corre, 

aquello que calla, 

esto que escucha,  

 

eso sin ver.

………………………………………………………………………………………………

Se habrán dado cuenta

lo triste que fuimos,

un dique de río sin agua

el frío cortando el espíritu.

 

Y la hiedra,

marcando el afuera 

y el adentro.

………………………………………………………………………………………………

El poema


 

Y no era

una palabra a escuchar

ni una imagen a ver

ni un recuerdo a recordar, 

 

se me apareció como un rayo.

……………………………………………………………………………………………

Descalza de sol

miro a las nenas 

 

que usan guillerminas. 

 

……………………………………………………………………………………………

Qué tareas 

monstruosa es leerse

 

en lo que escribe de uno mismo

lo que uno escribe, 

 

si su raíz nos habla en carne viva. 

……………………………………………………………………………………………

Pone el zapato

sobre las hojas del diario

marca con lápiz el contorno 

y lo recorta, mete esa especie 

de plantilla de papeles en su interior

 

y digo bajito sin que ella escuche

 

“Cuando vayas a la escuela, 

no levantes los pies”, 

no levantes los pies, 

no levantes los pies”

 

Aunque el papel disimula 

el agujero de la suela,

igual se nota y pasa el frío

cuando me lo pruebo,

 

y repito, en una sola idea

para no olvidarme, 

 

“¡Por favor!”

 

“No levantes los pies,

no levantes los pies, 

no levantes los pies 

mañana en la escuela. 

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Del vestido hice pollera

de la pollera, pañuelo

 

de éste tomé sus hilos

para hacer un entramado

del entramado un recorte

 

y del recorte un sendero.

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Tal vez ya era poeta

a los diez años

 

cuando

no sabía qué hacer 

con lo sensible. 

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Pájaros 

de vientre,

donde 

vuelan entrañas

 

pájaros 

sobre la falda 

entre 

su ruedo y el sol

 

esa, 

sosteniendo

el norte mientras 

la luna hace la noche

 

soy 

esa mujer, 

 

sin nombrar 

todos sus pájaros,  

que sabe, volarán. 

……………………………………………………………………………………………….

 

Me habita un pájaro

que se sorprende con el viento. 

……………………………………………………………………………………………..

 

Encontrar lo vivo,

 

¿Hay poesía más grande?


 

………………………………………………………………………………………………

El pasillo

hasta tu cama es tan largo

 

un silencio familiar lastima los oídos,

los abuelos mudos, los tíos y mi hermano,

 

la tristeza del golpe emparchado

que no entiendo,

 

la sumisión hasta el despojo,

de ser una mujer resto

y del resto, una nada

 

pero madre,

quién dijo que la vida era eso,

 

recibir golpes muda,

callar el golpe como esposa que

de soportar tanta locura, ya nada siente.   

 

…………………………………………………………………………

*Estos poemas pertenencen al libro: Encarna –esa casa, La casa- (2023)

De Ediciones En Danza. Bs.As. Argentina. Cecilia Elsa Collazo 

Número 7

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