
ENTREVISTA
Foto: Sebastian Arpesella
Camila Fabbri*
Escritora, diretora e atriz de Buenos Aires, fala sobre o desafio de se reconhecer como escritora e a importância da intuição em seu processo criativo.
¿Cómo ocurrió el proceso para convertirse en escritora?
Creo que siempre es difícil al principio reconocerse como escritor, como artista. Pareciera que es como un título que uno puede ponerse de una manera más póstuma, por él respecto a ese título. Pero admitir que uno trabaja como escritor es como un hecho, es como admitir una adultez también. Así que en lo personal, creo que ya cuando escribí El día que apagaron la luz, que es ese libro que publique en el 2019, es una crónica sobre un caso real que ocurrió en Buenos Aires en el 2004, creo que a partir de ahí empecé a reconocer que la escritura era un oficio para mí, y que iba a hacerlo, y que ya es un hecho, como admitir que quiero que sea eso, que ese sea mi trabajo.
Y también es cuando uno reconoce que hay algo redituable en ese trabajo, que no es solo para engordar el curriculum, sino para encontrar formas de solventarse. A lo que uno se dedica, siempre tiene que ver con lo que uno le da de comer, en un punto, entonces si bien yo particularmente no vivo de escribir libros, pero sí vivo de la literatura, del mundo de la literatura, tanto como gestora, como editora o correctora, o periodista, eventualmente, entonces creo que va más por ahí admitir que uno escribe.
Y después, empecé a escribir desde muy chica, y tengo un poco de la historia clásica que tienen todos los que escriben. Desde muy chica escribía sola, a mano, o con la computadora.
Había mucha lectura en mi casa, mucha lectura y también una familia que reconocía que había algo en mi escritura, que era lindo, a priori, de chiquita, que era algo que me divertía y que me gustaba hacer y ayudaban que yo siguiera haciéndolo. Y después cuando termine el colegio empecé a ir a talleres, acá en Buenos Aires está lleno de talleres, en argentina es muy común, quizás en otros lugares menos, pero uno se va formando así también como escritor, no tanto en una carrera de letras y, creo que si, ya las publicaciones van sentando bases. Publicar da una sensación de cierto apoyo del mundo externo, un reconocimiento de los pares. Me parece que sí, fue a partir de mi segundo libro que creo que empecé a reconocerme como escritora.
Si creo que casi siempre arranco a escribir con una imagen que no tengo en claro bien lo que va a ser, para mí son procesos muy intuitivos
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¿Qué espacio ocupa la escritura en su vida?
Ocupa todo el espacio, en términos laborales y es el eje fundamental, no es que estoy escribiendo libros todo el tiempo, pero mi trabajo tiene que ver con editar y acompañar procesos de desarrollos de libros de otras personas, y ese es mi trabajo de lunes a viernes, que me encanta hacer. También coordino el área de literatura de un municipio de provincia [de Buenos Aires] y eso también tiene que ver con un área más curatorial, de invitar autores a dar talleres, y pensar un poco los ejes de esos talleres. Todo mi trabajo está bastante direccionado ahí, a la lectura y a la escritura. Lo que es escribir libros y regalías, solo Stephen King debe vivir de eso, no mucha gente más.
¿En qué consiste su proceso de creación? ¿Tiene rutinas de escritura?
Todavía no lo tengo tan en claro, porque no hay algo que se repite en los procesos, al menos para mí. Si creo que casi siempre arranco a escribir con una imagen que no tengo en claro bien lo que va a ser, para mí son procesos muy intuitivos, como es difícil reconocer en que esos procesos van a ser inspiradores y en que no, creo que uno no escribe los libros solamente cuando se senta a escribir los libros, parece que hay una tensión permanente a lo que pasa al rededor y con una especie de selección de cosas que pueden servir o no para escribir, como se fuera un estado de robo permanente de la realidad, de cosas que después se puede transformar, o no, como se uno estuviera dividido en el presente, entre lo que pasa en la vida concreta y estar ahí, y también lo que uno puede recolectar un poco de las vivencias.
Creo que en el proceso de escritura todo eso un poco vuelve bueno, si uno lo apoya en algún cuaderno o en algún archivo para sacar material, eso es algo que hago. Rutina, son muy distintas porque, por ejemplo, con La reina del baile, me paso que es una novela que la escribí casi en su totalidad en el 2019, toda en ese año, de una manera bastante compulsiva, y después, durante los años que siguieron, hasta el 2023, la seguí escribiendo, la abandone, la retome, saque cosas, agregue cosas, en ese proceso de corrección, que también es la escritura. Me pasó eso, en meses escribí el libro y en años lo corregí. Con El día que apagaron la luz fue muy distinto el proceso, porque yo entreviste gente, me encontré con gente, entonces el proceso de recolección del material llevo años, hasta que me senté a escribirlo. Pero me parece una buena noticia no tener una rutina de escritura. Bueno, a ver que depara este nuevo proceso, porque si hay algo que se repite, corre peligro de viciarse.
¿Escribes todos los días?
No, de hecho, paso temporadas de meses sin escribir. Escribo por ahí para algunos medios que tengo fechas específicas de entrega y demás cosas específicas, pero para mis proyectos no escribo todos los días.
¿Cómo se define lo que escribe?
Creo que hay un trabajo particular o al menos busco que haya, creo que hay una búsqueda hasta el hartazgo de resignificar las palabras, y cómo funcionan juntas o de distintas maneras, las oraciones, como resignificarlas. Creo que ahí hay una búsqueda particular para mí, a respecto de cómo ubicar las palabras en el tablero, y después la trama en sí no es algo que me desvive. Digo la trama a respecto de las peripecias, o descubrir quién fue el asesino, eso no es lo que prima, para mí. Y los personajes para mí son muy importantes, como construir personajes que tengan contradicciones muy grandes, que ni siquiera ellos sepan muy bien quienes son. En general creo que siempre hay personajes que están bastante solos, sin compañía, o bastante melancólicos también, una característica quizá más rioplatense.
¿Cuánto de autobiográfico hay en tu escritura?
Hay de todo, son un poco las dos cosas. Sin duda, siempre se escribe de una vivencia personal, me parece imposible evitarlo. Pero mismo en una crónica policial o en una nota periodística sobre los murciélagos en el Congo, siempre se está partiendo de algo personal, sobre todo respecto a las sensaciones. Es muy difícil eso. En una novela de ficción en la que la protagonista es una mujer que tiene treinta y pico es mucho más cercano obviamente. He hecho miles de viajes a las afueras, pero nunca estuve en una casa con un anciano como pasa en la novela, por ejemplo. Hubo sensaciones y hechos similares que uno puede arañar un poco para la construcción de la trama, más allá de que es una trama hiper realista. Nunca estuve en un accidente pero creo que puedo imaginarme cómo se siente, jugar a imaginarse, cómo hace un actor, que un poco trabaja de eso, o sea, trabaja con las vivencias, pero solo una parte.
Y después, empecé a escribir desde muy chica, y tengo un poco de la historia clásica que tienen todos los que escriben. Desde muy chica escribía sola, a mano, o con la computadora.
¿Y la parte de investigación, la haces mucho también, para tus libros?
Depende. Con la Reina del Baile no hubo investigacion. Por ahí sí investigué un poco como es el proceder en un accidente, cuando llega la ambulancia, cuando llega la policía, no quedó mucho de eso tampoco, pero sí traté de saber un poco cual es el protocolo en una ruta bonaerense, por ejemplo. No porque quisiera escribirlo, si no porque quizás había algo ahí que me servía para la trama. Pero después en el libro que escribí sí, hubo una investigación, pero que tenía más que ver con hablar con amigos más que con la causa en sí, con la causa Cromagnon o la causa judicial, porque no quería tampoco, no quería escribir sobre sí. Pero si, hay libros que demandan más investigación de lo real que otros.
Sin duda, siempre se escribe de una vivencia personal, me parece imposible evitarlo.
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¿Cuáles son sus influencias? ¿ Por qué?
Me gusta mucho pensar que las influencias son infinitas para mi, porque no siempre son literarias, de hecho se diría que a veces ni son literarias, para escribir. Escribo mucho escuchando música, escucho muchísima música, en la vía pública, cuando salgo en la calle siempre llevo mis auriculares, siempre escucho música, de todo, y esa situación de mirar un poco la realidad intermediada por música para mi es escritura, me sirve muchisimo eso. Tambien miro mucho cine, a veces trato de ver una película por día, como una instrucción. Soy exigente o obsesiva conmigo misma, porque me digo que ver otras disciplinas me ayuda mucho a escribir, así como leer también.
Tengo etapas que leo más, etapas que leo menos. Ahora leo bastante. También como estuve de viaje, estuve en España, que es la meca de las publicaciones, me traje muchos libros, que quizás no conseguía tanto acá, y estuve conociendo autores que no había leído. Pero no reconozco que venga de un lugar particular la inspiración. No dejo de buscarla, en distintas disciplinas.
Después entre por la puerta de los clásicos, argentinos y argentinas, a partir de una colección que había en mi casa, de libros de escritores como Horacio Quiroga, Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares. Cortázar lo lei todo. Entré por donde hay que entrar, o sea, si querés leer, empezá ahí, ¡después ves! ¡Me encantó descubrir a esta gente! Y todo el tiempo era como preguntarse cómo se le ocurrió eso a esa persona? ¿Trabajan de eso? De imaginar esas cosas. Me parecia maravilloso. El oficio también de inventores, más que de escritores.
¿Tienes un autor o autora que crees que de algún modo despertó tu interés por la escritura, o por la literatura, en la vida?
Creo que son varios, pero puedo pensar que a mi me gustó mucho un libro de Graciela Montes, una escritora argentina, que se llama Tengo un monstruo en el bolsillo. Es como una novela para niños, que me gustó muchísimo y que fue bastante como un antes y después para mi.
¿Qué libro le gustaría haber escrito? ¿Por qué?
Me hubiera gustado escribir Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo, la escritora argentina. Porque lo leí hace muchos años, y tiene una escritura muy linda, muy poética, muy simple también. Tiene escenarios en los que uno quiere estar. Es muy amable, lo que cuenta. Quería ser la protagonista de esa historia. Es un libro que me encantó, siempre me emociona.
¿Y la parte de investigación, la haces mucho también, para tus libros?
Sí, quiero mucho escribir un libro sobre Charlie Garcia, es algo que estoy intentando hacer. Pero no una biografía, sería un libro contado desde la perspectiva de quien lo escucha, le gusta su música y le gusta el personaje. Este es un libro que me gustaría poder escribir.
...las influencias son infinitas para mi, porque no siempre son literarias, de hecho se diría que a veces ni son literarias, para escribir.
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* Buenos Aires, 1989. Camila Fabbri es escritora, directora y actriz. Escribió y dirigió las obras teatrales Brick, Mi primer Hiroshima, Condición de buenos nadadores, En lo alto para siempre y Recital Olímpico! (Las dos últimas cocreadas con Eugenia Perez Tomas). Publicó el libro de relatos Los accidentes, la novela de no ficción El día que apagaron la luz y Estamos a Salvo. Forma parte del catálogo Granta 2021 selección de los 25 mejores autores de habla hispana sub35. Su novela ‘La reina del baile’ (Anagrama, 2023) fue finalista del Premio Herralde.